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martes, 29 de mayo de 2012

Garcia en Mendoza.

Creo que vale la pena compartir esta nota que salio publicada ayer en el diario Los Andes de Mendoza. Por lo que ser es dificil, sobretodo con nombre y apellido.
Larga vida, felicidad y buena música. Ademas les agremos una yapa videistica como siempre con este artista que gusta de sonar en nuestras elecciones

 Charly García: "Qué bueno que se arregló el cortocircuito"

¿Por qué este nuevo García emociona hasta las lágrimas? ¿Por qué el show fue el mejor que brindó en décadas? En esta crónica, todas las respuestas.


Charly García: "Qué bueno que se arregló el cortocircuito"



lunes, 28 de mayo de 2012
El nuevo Charly es puntual (el show comenzó a las 21.03 del sábado). El nuevo Charly es prolijo (respetaron el guión, incluso con el intervalo pautado para las 22 en punto). El nuevo Charly canta todas las canciones, y no como el viejo, que las dejaba, ni bien comenzadas, a la buena de la corista de turno. Y este nuevo Charly, sobrio, lento para los bailecitos en el escenario pero no para teclear el piano, no sólo sabía muy bien en qué punto geográfico estaba parado, sino que además se mostraba feliz de tocar para los mendocinos: "conozco esta ciudad" dijo primero, para después rematar: "qué bueno que se arregló el cortocircuito" (si no viviste por aquí en los últimos años, quizás debas saber que el que tenía bigote bicolor y que ayer fue mayormente blanco pasó sus peores noches en esta ciudad, jaqueados por juicios, prostitutas con supuestas facturas impagas, y hoteles demolidos). Luego, cuando el show se apagó, tras dos segmentos de bises, el hombre que le dio sustento a la idea de la existencia de un rock nacional, resopló subiendo el ascensor: "¡Qué buen público que tuve!".

Esta crónica tiene una versión larga y una versión corta. Si el amable lector quiere la segunda, no dude en pasar directamente al punto B, salteándose el palabrerío de la A.

A. Tres factores, un Charly. Muchos de nosotros seguramente vimos ayer el mejor show que ha dado Charly en mucho tiempo, y eso se debe fundamentalmente a tres factores.

1. La banda es de la hostia. Once músicos en escena que imprimieron otro calor y color sobre esas canciones "que sabemos todos", pero que gracias a los arreglos del violinista Alejandro Terán se transformaron en otras. "Me alegra haber salido de la transformación hecho una mariposa y no un gusano", le dijo Charly a este cronista. Lo mismo sucedió con sus temas. Es que esta vez, el virtuoso de Terán no volcó las composiciones hacia el palo sinfónico (como había hecho con Gustavo Cerati y tantos otros), sino que inteligentemente, las pasó por el tamiz del tango, de tal modo que piezas como "Piano Bar", "No soy un extraño" o "Pasajera en trance", encontraron gracias al bandoneón, los violines y el piano, una versión arrabalera que les sienta muy bien. Que no miente. Que es genuina con la idea que tenía García cuando las lanzó al mundo. Fernando Samalea (percusión) es el combustible, los chilenos (bajo, batería y guitarra) son el motorcito (bien pero bien afiatado) y el Zorro Von Quintiero (teclados) y los vientos, completan una máquina, ya no de hacer pájaros, sino de revitalizar hits. Rosario Ortega hace los coros, con menor protagonismo del que tuvieron en otras formaciones Fabiana Cantilo, María Gabriela Epúmer o Hilda Lizarazu. Pero esto es por mérito de García, que hoy sabe ocupar los espacios. Que canta.

2. El show. Los productores de Arena Maipú comentaron que ninguno de los espectáculos de los presentados allí, ni siquiera los internacionales (desde Morrisey hasta Franco De Vita), habían puesto sobre el stadium tantas toneladas de equipos. Un juego de luces imponente, tres pantallas Led y una gran transmisión de video; un sonido que si bien no fue perfecto (muchos problemas para escuchar al protagonista de esta historia entre canciones) cubrió con pericia la amplia zona de este inmenso estadio; y una puesta en escena que calcaba la del Gran Rex que dio origen a la producción “60x60”, con segmentos pregrabados, y un cierre con los títulos y el Himno Nacional, que dejó a todos con ganas de que el "monster" volviera por tercera vez a las tablas. Es decir: es raro que los artistas porteños traigan al interior el mismo set con el que brillaron en la gran ciudad. Gracias por el respeto.

3. El repertorio. Infalible. Una batería de tracks imperecederos. Exactamente la lista de canciones que presentó en Nueva York, y que había dejado encantado a Charly. Arrancó con "Fanky" al palo y "Rezo por vos" (una de las tres mejores canciones de la historia del rock argentino). Cuando promediaba "Cerca de la Revolución" y "No soy un extraño", ya estábamos todos en el bolsillo del saco café con leche de Charly. Del show de dos horas, resaltan un potente "Los Dinosaurios", reconvertido en un rock and roll furioso que le da más impulso al mensaje de esta canción que pega fuerte en el inconsciente colectivo de un país atravesado por la desgracia. "Llorando en el espejo" deja al escucha sin necesidad del espejo. "Instituciones", en versión 2012, la aleja del cliché. Y es un verdadero placer escuchar sus últimas creaciones, sin esa pátina lo-fi con la que fueron grabadas (eso que Charly llamaba “Maravillización” y que para tantos otros no era más que "afear" las canciones para hacerlas ásperas) e interpretadas por una banda que las supo arreglar más expresivas e impactantes. Es decir, muchos de nosotros descubrimos que temas como "No importa" o "Influencia" están a la altura de los otros tanques de la historia García.

B. Say no more. Pero, saben qué, todo lo dicho anteriormente en esta página, cualquier análisis que se pueda hacer, es nada, cuando el cronista de turno escucha a ese Charly que la pelea, que aún viviendo una resaca de 30 años, canta y toca cada una de las frases de "Canción para mi muerte", y ve al lado suyo tipos y tipas sin edad que dejan caer las lágrimas, y que también, junto a Charly, disparan cada una de esas palabras como si fuera la última. La sensación es que eso que trajo García anoche, es una parte de la vida tuya y mía. Cuando uno siente las canciones al ras de la piel, cuando ves que el que está al lado canta con los ojos apretados, trasladado a otro lugar, sacando las letras de la profundidad de su carne... Dan ganas de no decir más nada. 
  
Leonardo Rearte- learte@losandes.com.ar